En otro tiempo nosotros, como nuestros padres Adán y Eva, (según génesis 3:7 "Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales")
Teníamos los ojos abiertos para el mal y el entendimiento entenebrecido; el dios de este siglo, de este mundo, Satanás nos había vedado o enceguecido nuestro entendimiento, para que la luz de Cristo no resplandeciera en nuestros corazones (2 cor 4:4), pero ahora por la Gracia de Dios, tenemos luz.
Dios abrió los ojos de nuestro entendimiento, no del hombre natural, sino de aquel que fue vivificado.
Ahora vemos aquello que no entendíamos, lo comprendemos; por eso dice el Señor, en el versículo 8b"Sobre ti fijaré mis ojos "
"Ahora te puedo mirar, ahora puedo poner mis ojos en ti; antes por tus pecados no podía, pero ahora por la sangre de Cristo, puedo mirarte y detener mis ojos en ti " (Isaías 59:2).
Allí mismo en el versículo 8, del salmo 32, nos dice que nos enseñaría el camino que debemos andar (en presente ) y la acción de esta frase: “que debemos andar “, es de obligación, de obediencia.
"Ese es el camino (San juan 14:6) que debemos seguir, y no hay otro."
Su consejo y enseñanza nos dará para transitar en él.
Y aquí en el versículo 9, viene su consejo, su advertencia mostrándonos como no debemos ser.
Nos trae al ejemplo de dos bestias de carga: el caballo y el mulo.
Uno se destaca por su velocidad y el otro por su paso cansino; uno es embestidor, desafiante, corajudo; el otro es quedado, obstinado y arisco.
Pero tienen algo en común, los dos son sin entendimiento, sin capacidad de comprender lo que le enseñan, al punto que, para ser dirigidos o a fin de que, se acerquen a su dueño, se lo deben sujetar con cabestro y con freno.
Proverbio 16:22, nos dice Manantial de vida es el entendimiento (prudencia, conocimiento, inteligencia, sabiduría) al que lo posee y en proverbio 19:8 nos agrega, El que posee entendimiento ama su alma; el que guarda la inteligencia hallará el bien.
En ambos proverbios menciona la inteligencia, la cual es para nosotros, los hijos de Dios: apartarse del mal.
Sabemos que no es el coeficiente intelectual aquella que Dios señala como una virtud sino que ésta aumenta cuánto más lejos del mal, y más cerca de Dios caminamos.
El alejarnos del mal nos acercará a El.
Es común pensar que el tropiezo, es decir, la equivocación, o la caída nos enseña mejor; esto puede ocasionar inconscientemente que nuestra inteligencia, nos haga andar sin dirección y comando como los caballos indomables, u obstinadamente como los asnos que se mantienen rígidos en su posición.
El entendimiento es, comprender, oír y asimilar con la instrucción, el consejo de Dios.
- Es no hacer lo malo para aprender, sino separarnos del mismo y acercarnos al bien, quién es Dios.
Este salmo que se titula La dicha del Perdón, fue escrito por el fruto del arrepentimiento de David, por aquel pecado de adulterio tan conocido por todas las generaciones de antes y de ahora, y seguramente por aquellas que vendrán.
Porque David, fue verdaderamente libre de sus transgresiones, al punto de no sólo declararlo en confesión y arrepentimiento ante Dios, sino de poder gritar con este salmo que solo Dios pudo liberarlo del silencio que encu
brió sus pecados.
Del silencio, que lo llevó a la enfermedad de su alma y de su cuerpo, como también a la sequedad de su espíritu.
Que le había hecho perder la comunión (su verdor), con el Señor, pero ahora, Él era libre de aquel oscuro secreto y podía sin temor y vergüenza decir, "si yo pequé, yo estaba muriéndome, pero el Misericordioso cubrió mi pecado y me sanó; me libertó para siempre de la culpa de mi transgresión. Y ahora soy bienaventurado"
.
Y en los versículos 6 y 7 David vuelca lo que dolorosamente tuvo que aprender, por haberse alejado de Dios en el momento que tendría que haber estado mas cerca que nunca, buscando su Rostro.
Porque era el tiempo en que los Reyes salían a la guerra y no solo los reyes del Reino de Dios sino los reyes del reino de satanás.
¡Qué caída tan profunda!, ¡Qué pérdidas trajo aquella transgresión sobre El, sobre su Reino, su descendencia, y sobre todos los que sin saberlo fueron contaminados!
Pero Dios que no cambia, y no se ensucia con nuestras caídas, sino que es más exaltado aún por nuestra alma, le dice “Sobre ti fijaré mis ojos, pero tu no te alejes de mí, yo no quiero tener que ponerte rienda y freno, como a una bestia, por que tu eres mi escogido, eres conforme a mi corazón; el pecado te tratara como a una bestia sin entendimiento, te pondrá riendas y te llevará a lo peor. Ahora lo sabes, porque has aprendido a ser inteligente. Actúa con entendimiento, camina por el camino que debes andar” (parafraseado por quien escribe)
¿Cual es ese camino? Es la conducta en la cual debemos movernos como hijo de Dios, como reyes y sacerdotes, como aquellos que en todo tiempo buscan el rostro del Padre.
Maravillosamente el libro de proverbios en sus primeros 4 capítulos nos transmite la voz de un Padre que se acerca a su hijo para enseñarle a caminar de la manera que el camina. Y que espera que su hijo se acerque a El, para darle todo su consejo paternal, en el versículo 25 del capítulo 4 de proverbios, le dice: “tus ojos miren lo recto y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes adelante…”
¡Qué Grandioso y Santo es Nuestro Padre!, clemente y benigno para con sus hijos, que cuando caemos nos levanta, si nos ensuciamos nos limpia, y de la misma manera en que lo hace, fijando sus ojos en nosotros, nos aconseja: Tu también hijo mío, pon tus ojos en mi, no corras tu primero ni te quedes tan atrás, solo fija tus ojos en mí ¡aleluya!
Hermano, hermana, nuestro padre tiene un rostro de misericordia, lleno de luz, no podemos obviarlo, si lo hacemos el precipicio del pecado, la oscuridad y las heridas nos esperan.
¡Caminemos tan cerca que veamos su rostro a cada instante!
Dios te bendiga!
Pastora Sara Olguín.
Estoy orgulloso de mi señor por haberme enviado ese mensaje.
ResponderEliminarGracias mi Dios por regalarme esta palabra que refleja tu amor eterno hacia cada uno de nosotros,para andar en el camino correcto y no en un constante ensayo y error.
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